LAS MUTUAS LABORALES
Editamos un articulo, para que conozcais mejor las mutuas, debemos saber actuar y no caer en las trampas de los empresarios.
Uno de los ataques más contundentes y que mayor repercusión tiene
sobre las trabajadoras y trabajadores son los relacionados con la
prevención y los accidentes de trabajo.
Según las cifras oficiales, en 2017 se produjeron 583.425 accidentes
laborales, de los cuales 618 fueron mortales y de estos 134 in itínere.
En 2018 fueron 602.316 los accidentes laborales producidos, de los
cuales 652 fueron mortales, 146 in itínere. Sin poder contar con
aquellos accidentes que no declaran las empresas, en apenas un año, el
terrorismo patronal aumentó en casi 20.000 accidentes laborales, un 3%
más, que costaron la vida a un 5% más de personas trabajadoras.
La prevención de la siniestralidad laboral es una responsabilidad del
empresariado. Esta obligación de controlarla, reducirla y eliminarla es
correlativa al derecho de las trabajadoras y trabajadores de la
protección de su salud. El conflicto parte de que la prevención tiene un
alto coste económico para las empresas y requiere de una constante
inversión. Y, como sabemos, gasto y beneficio empresarial son dos
palabras opuestas.
La inversión económica en esta materia, por parte de las empresas,
supondría un ahorro económico a medio y largo plazo para las mismas ya
que los accidentes y el absentismo se reducirían muy notablemente. Y es
aquí donde las mutuas juegan un papel fundamental al ser asociaciones de
empresarios destinadas a realizar “las actividades preventivas de la
acción protectora de la Seguridad Social”.
La patronal ha usado su influencia en los diferentes gobiernos y poco
a poco ha ido perfilando un escenario cada vez más beneficioso para sus
intereses, culminando su estrategia cuando el gobierno del PP aprobó la
ley 35/2014 y el Real Decreto 625/2014 por el que las mutuas, hasta
entonces denominadas Mutuas de Accidentes de Trabajo y Enfermedades
Profesionales, pasan a ser entidades colaboradoras de la Seguridad
Social. Con este cambio, pueden gestionar, además de las prestaciones
económicas y asistencia sanitaria derivada de las contingencias
profesionales, la prestación económica de incapacidad temporal derivada
de las contingencias comunes.
En este cambio normativo, que se hace para modernizar, agilizar,
hacer más eficiente y transparente, etc. En la gestión de la acción
protectora de la Seguridad Social subyace el control del absentismo
laboral, dotando a las mutuas de mayores competencias, dándoles la
posibilidad del control de las bajas por enfermedad común que antes no
tenían. Las propuestas de alta médica a la Seguridad Social, que ya
podían realizar las mutuas, se demostraron poco efectivas ya que
acababan recayendo en el personal facultativo que extendía la baja desde
criterios únicamente médicos.
A partir de esta ley se ampliaban los supuestos para que la mutua
pudiera cortar la prestación económica a quienes no se sometieran al
control y seguimiento de su baja, una capacidad coercitiva hasta la
fecha nunca vista. El objetivo de las mutuas, entidades supuestamente
sin ánimo de lucro, ha devenido en la reducción de los índices de
accidentalidad bajo criterios claramente mercantilistas y no médicos.
Tras la aplicación de sucesivos decretos ley durante estos años, podemos
observar cómo el desvío de accidentes y enfermedades profesionales a la
Seguridad Social ha aumentado.
La calificación de accidentes sin baja se ha disparado y actualmente se están produciendo situaciones donde personas con huesos rotos son considerados accidentes leves sin baja.
El objetivo empresarial es claro: obtener más beneficios y reducir
los gastos en materia de prevención. Es ahí donde entra la ley de Bonus
(RD 231/2017 del 10 de marzo) por la que se regula el establecimiento de
un sistema de reducción de las cotizaciones por contingencias
profesionales a las empresas que hayan disminuido de manera considerable
la siniestralidad laboral. Con esto se premia a las empresas que
inviertan e incentiven la prevención, reduciendo hasta un 10% sus
cotizaciones a la Seguridad Social y mejorando notablemente su imagen
corporativa.
En principio esta idea estaría bien si fuese un hecho real, pero
desgraciadamente está significando que las medianas y grandes empresas
se están esforzando al máximo en manipular las bajas para conseguir el
0% en accidentes. Además, gracias a la situación de precariedad del
mercado laboral y a la situación de paro y desamparo de los trabajadores
y trabajadoras, alcanzan sus objetivos. El miedo y la necesidad hacen
que las plantillas acepten situaciones contrarias a sus derechos y
perjudiciales para su salud.
Dado que las empresas y mutuas tenían verdaderas complicaciones para
acceder al sistema de bonificaciones (aceptación de los Comités de
Seguridad y Salud, documentación de sus actividades preventivas, no
haber requerimientos o sanciones de la Inspección de Trabajo…), el
reciente RD 860/2018 viene a regular aquellas medidas que tienen que
llevar a cabo las mutuas para realizar su actividad preventiva y
ahorrarse un 1% de las cuotas por contingencias comunes, cantidad nada
despreciable. Paradójicamente estas actividades son las que la propia
Ley de Prevención obliga a las empresas en su actividad preventiva,
programas, asesoramiento, control y reducción de la siniestralidad.
Todo este enriquecimiento de las patronales, a través de las mutuas, está significando un fraude para el sistema público, que tiene que asumir sanitariamente los daños que ocasiona el trabajo a la población. Un sistema público que deja de percibir las cuotas que han de pagar las empresas y que, además, tiene que asumir prestaciones económicas que son responsabilidad de las mismas. Un sistema público que, por falta de fondos, acaba recortando en Sanidad y en la Inspección de Trabajo que es el mecanismo de vigilancia y exigencia del cumplimiento normativo. En definitiva; mutuas, gobiernos y patronales: organizaciones criminales que están haciendo negocio con la salud y los accidentes de miles de personas trabajadoras.
Articulo de Paco Pozo de CGT-SEAT, publicado en El salto diario